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jueves, 4 de marzo de 2010

CHISTES VARIOS






Entrevista al Rabino en el Muro de los Lamentos en Jerusalem

Una periodista internacional debía cubrir una nota en Jerusalem. La ventana en su habitación del hotel, daba de frente al Muro de los Lamentos.

Todas las mañanas al levantarse y salir, veía instalado a un rabino rezando frente al Muro, y al regresar, el Rabi continuaba allí.

Pasaron los días, terminó su tarea y antes de regresar , a la periodista se le ocurrió hacerle una nota al rabino. Se acercó y le comentó que deseaba entrevistarlo, porque le habían comentado que desde hacía muchísimos años, él rezaba día tras día en el mismo lugar.

- Dígame Rabino, Ud viene a rezar al Muro todos los días, año tras año.

- Sí, todos los días le rezo a d''s y le ruego que los hombres cambien, para que haya paz en el mundo, para que no exista el hambre, que los políticos que manejan la historia de los países solo miren el bienestar de sus conciudadanos, que la educación sea prioridad y tantos otros ruegos que me llevan todo el día frente al Muro.

- Ajá, ¿y cómo se siente Ud, tras todos estos años, Rabino, pidiendo tantas cosas buenas para la humanidad?

- ¿Que cómo me siento!!!!!??????...... ¿cómo me voy a sentir!!!!?????............... COMO SI LE ESTUVIERA HABLANDO A LA PARED!!!!!!! 

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Entrevista a un poncho rojo

Un periodista recorría el Altiplano boliviano, el lago Titicaca, hasta llegar a Achacachi, para hacer un reportaje sobre la vida del lugar.


Aborda a un poncho rojo y le dice:

- Por favor, cuénteme algo anecdótico de esta región.

El poncho rojo comienza:

- Una vez se perdió una llama de un vecino, y como es la costumbre, nos reunimos todos los del ayllu, bebimos unas copitas y salimos juntos a buscarla al monte. Cuando la encontramos, como es la costumbre, volvimos a beber y uno por uno tuvimos sexo con la llama...

El periodista interrumpe:

- Oiga, que este reportaje será público... Mire, mejor me cuenta algo alegre de la región.

- Bien; una vez se perdió en el monte la mujer de un vecino y, como es la costumbre, todos bebimos y salimos en su búsqueda. Al encontrarla, como es la costumbre, bebimos y cada uno hizo sexo con ella.

El periodista no soportó más y con el fin de evadir ese tema, le dijo al aldeano:

- Mire, mejor cuénteme algo triste.

El poncho rojo, limpiándose una lágrima que comenzaba salir de sus ojos, continuó:

- ¡Una vez me perdí en el Altiplano!

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